El sociólogo y economista americano Jeremy Rifkin (Denver, 1943) apuntaba en una reciente entrevista concedida al diario El País los tres factores que, a su juicio, han convergido en todos los grandes cambios de la Historia de la Humanidad: nuevas tecnologías para la comunicación, nuevas fuentes de energía e innovaciones en el transporte.
«La segunda revolución industrial nació en Estados Unidos de la mano de la electricidad centralizada, el teléfono, la radio y la televisión, y el petróleo barato de Texas. Henry Ford puso a todo el mundo en la carretera», sentenciaba.
En los últimos veinte años y como consecuencia de la vertiginosa irrupción del fenómeno de la digitalización, nuestra sociedad está sufriendo un proceso de transformación sin precedentes que ha afectado, fundamentalmente, a la manera de relacionarnos con el entorno, la forma en que nos comunicamos y cómo interactuamos con nuestros semejantes.
En paralelo, la preocupación por el cambio climático está propiciando el desarrollo de energías «limpias» cuya generalización no es más, según Rifkin, que una cuestión de costes y tiempo: «En 1978, un vatio solar costaba 78 dólares, ahora cuesta 50 céntimos, y en 18 meses tendrá un valor 15 céntimos menor».
Un debate, el medioambiental, en el que las miradas más críticas se dirigen al sector del transporte. En Europa, por ejemplo, un quinto del total de las emisiones de dióxido de carbono en el conjunto de la Unión provienen del tráfico.
Y si a estos datos les sumamos otros como que el automóvil pasa el 95% de su ciclo de vida parado o que lleva vacías las plazas de acompañantes en el 90% de su tiempo en circulación (publicados por AutoScout24), no es de extrañar que la manera en que nos movemos, personas y bienes, se halle inmersa en un profundo proceso de reformulación.
En este contexto, se abren paso nuevas tendencias en materia de movilidad que se sustentan sobre cuatro pilares básicos: conectividad, automatización, eficiencia y seguridad.
Y es que el futuro nos pone delante asombrosos retos en lo que atañe a la forma en que nos desplazaremos en un horizonte ya cercano, retos que resultan prioritarios, no sólo por su implicación en la vida cotidiana, sino también por su impactante repercusión en la economía de metrópolis, regiones y países.
La actividad del transporte se desarrolla en un entorno en constante cambio:
- fuerte crecimiento demográfico urbano y periurbano.
- modificaciones de la pirámide poblacional.
- movimientos migratorios.
- búsqueda de nuevos combustibles ante el previsible agotamiento de los tradicionales.
- necesidad de actuar contra el cambio climático, descarbonización, demanda de los máximos niveles de calidad y seguridad, etc.
Bajo estas premisas, la movilidad urbana e interurbana por carretera son hoy dos de los grandes campos para la innovación y la generación de nuevos servicios dirigidos a la creación de entornos más saludables, seguros y eficientes, impulsores de empleo y riqueza.
Las tres grandes tendencias en este sentido llegan de la mano de la automatización de los vehículos, su electrificación y el desarrollo de productos vinculados a la prestación de servicios de movilidad. Campos en los que fabricantes de automóviles y componentes, junto a empresas tecnológicas, están sentado las bases del futuro inmediato.
A ello se añade todo un universo de opciones por explorar desde el punto de vista de la infraestructura:
- pavimentos de asfalto o de hormigón que se reparan automáticamente.
- señales de tráfico con sistemas de autolimpieza.
- nanomateriales activos para la reducción de gases de combustión o para duplicar la vida útil del pavimento.
- carreteras que absorben NOx y generan energía que sirve de carga a los vehículos eléctricos…
En las próximas décadas será posible cruzar una ciudad como Barcelona, de un extremo a otro, con todos los semáforos en verde.
Nuestro vehículo ya no será nuestro, lo compartiremos, y buscaremos en él las prestaciones de un terminal móvil: conexión con otros automóviles o con sistemas de gestión inteligente del tráfico que nos faciliten la circulación, los accesos o el aparcamiento. Con todas las garantías.
Y aún hay más. Nociones como la cocreación (personas de todo el mundo, ajenas a la plantilla de una empresa, contribuyendo a desarrollar un producto) o la producción aditiva (proceso mediante el cual se pueden crear con gran rapidez piezas a medida de plástico, cerámica o metal) han llegado para quedarse dentro del esquema conceptual de la ya conocida como Industria 4.0.
El vehículo militar Rally Fighter, en cuyo diseño participaron más de 300 personas de todo el mundo, o el Hyperloop, el tren supersónico ideado por Elon Musk, que cuenta con más de más de 450 socios colaboradores, son solo algunos ejemplos.
Frente a todos estos desafíos hacemos un llamamiento a la reflexión y a la puesta en común de propuestas innovadoras, imaginativas y socialmente responsables que respondan a las necesidades de una sociedad, la actual, que está en continua progresión.
Con este propósito, el próximo 30 de marzo, la Asociación Española de la Carretera (AECLab) en estrecha colaboración con el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña organiza en Barcelona la sesión Workshop AECLab «Thinking of Mobility-Thinking on the Road» en la que, de la mano de quienes están liderando esta revolución en el campo del transporte y definiendo las pautas sobre las que habrá de sustentarse, seamos capaces de imaginar cómo nos desplazaremos dentro de 20 años y participar en la configuración de esa nueva movilidad de personas y mercancías.