¿Puede Google vencer a la muerte?
Ésto es lo que se preguntó la mítica revista Time en una portada de 2013, cuando el gigante de los buscadores anunció su intención de plantar cara al envejecimiento, a través del proyecto Calico, su compañía biotecnológica.
Y es que está convencido de que podemos vivir más y mejor, por eso está invirtiendo miles de millones dólares en ciencia, con el objetivo de revolucionar el mundo de la medicina.
Hace unos días la empresa de Sillicon Valley hizo pública su alianza con Sanofi, una farmacéutica francesa, para luchar contra la diabetes, una dolencia que afecta a 400 millones de personas en todo el mundo.
Las dos empresas han unido fuerzas para trabajar en pequeños aparatos electrónicos que permitan recoger y almacenar gran cantidad de datos, así como en software que utilicen esa información para encontrar nuevas fórmulas contra la enfermedad. Un mal que alcanzará los 592 millones de afectados en el año 2035, según la Federación internacional de la diabetes.
Este no es, ni mucho menos, el primer paso que ha dado Google en su lucha contra el desorden. Hace dos años presentó sus lentillas inteligentes con la intención de hacer el día a día de los diabéticos más sencillo.
Con el paso de los años, los científicos han investigado diferentes fluidos corporales que permitiesen conocer la glucosa en sangre -y evitar así a los pacientes la molestia de tener que pincharse varias veces al día- sin demasiado éxito.
Y como al buscador no le gusta quedarse atrás se puso las pilas e ideó en sus laboratorios semisecretos sus famosas lentillas, que constan de chips y sensores minúsculos y de una antena más fina que un pelo humano, capaces de medir los niveles de azúcar en sangre una vez por segundo.
Sin embargo, este no es el anuncio más sorprendente que ha hecho Google desde que su vocación científica comenzó.
El neurocientífico Bill Maris, ex presidente de Google Ventures -brazo inversor de Alphabet, que es la empresa matriz de Google-, dejó a todos boquiabiertos el año pasado cuando anunció que es posible vivir 500 años.
Su objetivo: «hacer que en 20 años la quimioterapia parezca algo primitivo», para esta tarea Google invirtió en 2015 más de 400 millones de dólares.
Aunque acapare toda la atención, Google no es la única empresa tecnológica con ganas de revolucionar el panorama científico.
Intel, uno de los grandes en Sillicon Valley, anunció hace unos días su unión con la farmacéutica Teva para mejorar la calidad de vida de los que padecen la grave enfermedad de Huntington.
Ahora, las dos empresas trabajan juntas para lanzar un wearable (tecnología ponible) que mide el progreso de la enfermedad.
Los pacientes deberán llevar un reloj inteligente y utilizar un móvil que incorpora una tecnología de detección, para medir de forma continua el funcionamiento del cuerpo y los movimientos.
Los datos recogidos por los dispositivos serán transmitidos de forma inalámbrica a la nube, y almacenados en una plataforma creada por Intel, para evaluar la gravedad de los problemas motrices.
Una nueva ola de weareables está por llegar, Apple, Samsung, están desarrollando potentes aplicaciones relacionadas con la salud.
Gracias a la constante investigación, las empresas tecnológicas están consiguiendo marcar la diferencia, como es el caso de Dell en su lucha contra el cáncer pediátrico.
Hace más de una década que la compañía tecnológica acumula datos en su plataforma de análisis genómico, lo que le permitió donar todo aquello que había acumulado en la nube a la investigación contra el neuroblastoma, un tipo de tumor muy raro, y consiguió así aumentar la capacidad de secuenciación y análisis del TGEN (siglas en inglés del Instituto de Investigación Genómica de Arizona) en un 1.200%.
Con la explosión de las nuevas tecnologías -cada vez más rápidas, más potentes y con más capacidad- se abre la puerta a un mundo de avances sin precedentes, que parece mostrar que el futuro de los descubrimientos médicos y científicos dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad de procesar y analizar una cantidad masiva de datos (Big Data).
Las tecnológicas, que tienen un papel protagonista en esta tarea, ya han emprendido el camino para que un día, no tan lejano, todo esto sea posible.
* Artículo cortesía de Beatriz Díaz *